No suelo dormir siesta. Al menos nunca en invierno. En verano, en alguna que otra ocasión y siempre en vacaciones. Pero estos días en los que el calor empieza a afectar (y de qué manera) a mi cuerpo serrano, ocurren cosas como que un sábado duermas tres horas de siesta en el sofá, y vuelvas a caer en brazos de Morfeo a las diez de la noche para despertarte dos horas después, a las doce y media, como si fueran las seis. Hiperactiva y super despejada.

¿Y qué hacer a esas horas? Redes. Y enredando en Twitter veo muchos sandwiches con huevo y me doy cuenta de que en este fantástico blog no hemos aún inaugurado el apartado dedicado a este ingrediente con connotaciones filosóficas (ya sabéis, ¿qué fue antes, el huevo o la gallina?). Y había que poner remedio de inmediato.

Ingredientes (1 sandwich)

• 2 huevos M
• 1 manojo de rabanitos
• 1 manojo de cebollino
• 1 yogur griego
• 2 cucharadas (tbsp.) de mostaza de Dijon Maille
• Sal
• Brotes
• Pan al gusto (en este caso utilicé el pan de masa madre de The Rustik Bakery)

Elaboración

1. Cocemos los huevos. Han de estar duros, no a medio hacer. Una vez que enfríen los pelamos y los partimos a trozos no muy pequeños.
2. Lavamos los rabanitos y los cortamos en rodajas finas.
3. Picamos el cebollino, hasta tener unas tres cucharadas (tbsp.).
4. En un bol mezclamos los huevos picados, los rabanitos, el cebollino, el yogur griego, la mostaza y la sal. Mezclamos bien y comprobamos el punto de sal.
5. En una rebanada de pan, ponemos la ensalada de huevo, la cubrimos con brotes (los que más nos gusten) y tapamos con la rebanada restante.

Como véis es un relleno que nos sirve tanto para un sandwich como para tomar como ensalada o guarnición de un pollo a la plancha, por ejemplo. En cualquier caso, creo que si todas mis noches de insomnio dan lugar a sandwiches como este, el cansancio del día posterior siempre habrá valido la pena.

Buen fin de semana y volvemos el lunes.

Gloria.