¿La clave para preparar un buen sandwich de salmon? La misma que para cualquier otro plato que elaboremos: contar con una buena materia prima.
Confieso que no ha sido fácil elegir mi primera entrada en este nuevo blog. Menos aún el título, que por cuestiones de SEO me recomiendan para mi sufrimiento extremo, que vaya sin acento tanto en él como en la primera frase de la entrada. Y aquí me tenéis, toda la vida adalid de la RAE, dejándola a un lado por cuestiones de posicionamiento… ¡La vida bloguera me ha lobotomizado!
Pero dejemos a un lado el drama lingüístico y centrémonos en lo que de verdad importa. Durante las últimas semanas he preparado muchos sandwiches, casi de todo tipo, y precisamente ese “casi” fue el que me dio la pista a la hora de elegir el del “estreno”. Y es que haciendo balance de todos los elaborados, viendo sus fotos, me di cuenta que apenas los había de pescado. ¡Horror! ¡Pánico! ¿Cómo era posible? De manera que rauda y veloz hace un par de días me puse a enmendar ese error. El resultado, toda una serie de sándwiches de pescado que iréis viendo entre los que destaca el de hoy, un sandwich de salmón digno de convertirme en hija predilecta de Oslo o mejor, de ponerle mi nombre a un fiordo.
Como os he dicho antes, lo primero que tenemos que hacer es ir a la pescadería y comprar un buen salmón, un pescado lleno de propiedades del que podéis aprender muchas cosas en este artículo de Recetags. ¿Vemos cómo se prepara este “sandwich Oslo”?
Ingredientes
- Salmón fresco
- Cebolla roja
- Lechuga, rúcula u otra verdura de hoja verde
- Rabanitos
- Aguacate
- Salsa de pepino y eneldo (RECETA).
Elaboración
- Una vez que hemos conseguido nuestro salmón solo hay que prepararlo a la plancha con un chorrito de aceite, salpimentado, y al punto que más nos guste. Personalmente me gusta hecho…y deshecho. Así como otros pescados los tomo a medio hacer, el salmón y el atún en sándwiches me gustan hechos, y desmenuzados. Pero insisto, va en gustos.
- Con el pescado ya preparado tan sólo nos queda el montaje: cogemos dos rebanadas de pan y las untamos de la salsa de pepino. Sobre una de ellas ponemos una capa de rúcula o una hoja de lechuga (en este caso que por favor sea bien fresca, muy verde y crujiente, nada de tirar del terrible mezclum) que haga de barrera entre el posible jugo del salmón y la salsa. Sobre la rúcula ponemos el salmón, unos aros de cebolla roja, unas rueditas de rabanitos, unas láminas de aguacate (id preparando un buen arsenal porque es uno de mis ingredientes favoritos, con unas propiedades increíbles y lo veréis en muchos de mis sandwiches), cubrimos con otro poquito de la salsa y tapamos con la otra rebanada.
Listo. No me digáis que no es para tener un fiordo llamado Gloria ;).
Nos vemos el viernes.
Gloria.
Ñam, ñam, ¡¡¡Que rico!!! Yo lo preparo parecido con salmón ahumado en casa (of course ;-)) pero esa salsita, ahora mismito me voy a verla
La salsa es una delicia. No dejes de probarla!