Claudio, Valentín, Asterius y Julia.
Valentín ejercía sus funciones de sacerdote con toda normalidad hasta que Claudio el emperador dio la orden de que no se casara ni un jovencito más, que casarse no era bueno para el ejército ya que los casados tenían otras prioridades en su cabeza, otras ataduras, y no se centraban en lo que tenían que centrarse; no se entregaban en cuerpo y alma a la batalla.
El pobre Valentín, considerando la decisión de Claudio de lo más injusta seguía casando a los soldados que lo querían en secreto, hasta que Claudio se enteró y le llamó al orden. Había que adorar a doce dioses y Valentín, pese a múltiples amenazas de muerte, seguía practicando sus creencias. Como tenía buena labia, casí logró convencer a Claudio, pero éste, recibiendo órdenes de más arriba acabó encarcelando a nuestro sacerdote.
En prisión, el oficial Asterius que sabía que Valentín era un hombre de letras, le pidió que diera clases a su hija Julia, ciega de nacimiento. Durante estas sesiones en las que Julia aprendió aritmética, historia y por supuesto religión, un día le dijo a Valentín que rezaba a diario por poder ver todo aquello que le había contado. Y nuestro sacerdote, en nombre de la fe, obró el milagro y Julia pudo ver. Lógicamente Asterius y su familia fliparon a lo grande y como no podía ser de otra forma se convirtieron al cristianismo (como para no).
Claudio en cambio siguió erre que erre empeñado en que Valentín no saliera de la cárcel por mucho milagro que hubiera conseguido y fue a más. Ordenó que fuera martirizado y ejecutado un 14 de febrero del año 270. Anteayer.
Dicen que Julia, a quien Valentín escribió una última carta pidiéndole que siempre se mantuviera cerca de Dios, plantó un almendro de flores rosadas en su tumba y que por eso este árbol es para algunos símbolo de amistad y amor duraderos. Imagino que esas flores rosadas del almendro, dado que no se venden en la floristería de la esquina, han sido sustituidas en la actualidad por las rosas rojas, de ahí que sean estas las flores más regaladas en este día cursi y manido donde los haya.
Y como en esta fecha todos los blogs se llenan de rojo, de corazones y de mensajes que casi con toda seguridad solo son “postureo”, nosotras no íbamos a ser menos. Nuestra propuesta, obviamente en forma de sandwich, es un clásico que a las dos nos chifla y con el que inauguramos la categoría de sandwiches dulces: el PB & Jelly sandwich, o lo que es lo mismo, el de mantequilla de cacahuete y mermelada (ante la falta de gelatina original, me vale una buena mermelada de fresas).
Ingredientes
- Pan de molde: aquí hay que usar el de toda la vida, el Bimbo de nuestra infancia y adolescencia.
- Mermelada de fresa: yo he utilizado Hero porque es también “la de siempre”.
- Mantequilla de cacahuete (#mylove). Las hay industriales, y de todas ellas solo me gusta una, la de la marca JiF, que solo puedo encontrar comprándola online. Pero si encontráis cacahuetes pelados al peso, o tenéis la santa paciencia (como tuve yo) de pelar 800 gramos de ellos y tenéis Thermomix, no hay nada como hacerla casera. ¿Cómo? Os lo explico unas líneas más abajo.
Elaboración
(¿De verdad es necesario explicarla? 😉 )
- Untamos una rebanada de Bimbo con mantequilla de cacahuete, por supuesto una capa bien espesa, untemos con alegría. Si queréis hacerla casera en la TMX esta es la forma:
- En la jarra de la TMX ponéis 300 gramos de cacahuetes sin rastro de piel.
- Trituramos 30 segundos a velocidad 9.
- Bajamos los restos que haya en las paredes y trituramos otros 20 segundos a velocidad 7. Repetir este proceso hasta obtener la textura que más nos guste, en mi caso me gusta bastante “pastosa” así que tras los primeros 20 segundos, no trituré más.
- Untamos la rebanada restante con mermelada de fresas
- Unimos las dos mitades.
Volvemos mañana lunes. Feliz domingo.
Gloria y Natalia
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